Tagore

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. (Tagore)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Que hacer con las barreras humanas?

Vivimos en un mundo al que aparentemente le preocupa mucho la integración de sus discapacitados.
Vemos que se promulgan leyes para eliminar las barreras arquitectónicas y las instituciones becan a los afectados para ayudarles a integrarse tanto en la sociedad como en el mundo laboral.
Pero ¿qué pasa cuando esas barreras son humanas? ¿qué se hace en esos casos?.
Desgraciadamente, aunque son pocos, cuando esto sucede se queda en una protesta o una pataleta sin más.
Por la edad que tengo he vivido alguna de estas situaciones y les aseguro que tenemos que estar preparados para no tirar la toalla.
Uno de esos casos me pasó en Murcia, pero también se ha repetido en Albacete, no así en Madrid.
El hecho es que pusieron en circulación a finales del 2005 los euro taxis, más cómodos por su fácil acceso. El problema es que son pocos para esta población y además las personas sin minusvalías tienen libre acceso a ellos, por lo que el problema se agrava.
Para colmo de males desde que están circulando, si nosotros queremos un taxi normal porque no hay otro, nos dicen que no, que esperemos a un euro taxi. Esto confirma que sigue habiendo discriminación que se disimularía si los viandantes sin silla de ruedas tuvieran restringido el uso de los que llaman "están hechos expresamente para ustedes".
Esta fué la forma de calmar mi rabia cuando me sucedió la primera vez.
Cartas al Director
La Verdad .Jueves
20 de Julio de 2006

A los taxistas de Murcia

Soy española. Vivo en un Estado de Derecho amparada por la Constitución y en la que los padres que la redactaron, olvidaron incluir un artículo donde expresamente se prohibiera la discriminación por enfermedad.
Esto es lo que ha hecho este colectivo conmigo. No me suben al taxi por ir en silla de ruedas.
En enero del 2006, sobre las 20.30 horas, en la parada de El Corte Inglés, mi acompañante y yo recorrimos la fila de coches (la parada estaba llena), pidiendo por favor que nos llevaran a casa.
Se negaron a subirme argumentando que llevaban el maletero lleno de cajas o botellas de butano.
Señores: son un servicio público y el maletero ha de estar libre para las necesidades del cliente. Pasados 20 minutos y tiritando de frío llegamos al penúltimo que, sintiendo vergüenza ajena nos hizo el servicio.
El 22 de junio de 2006, llamé al radio taxi 968 248800 solicitando uno. La persona que me atendió dijo que no había ningún euro taxi libre. Preguntó si mi silla era plegable, y ante mi respuesta afirmativa me que pidió que me esperara. Al poco dijo:
«Lo siento pero ninguno quiere hacer este servicio».
«Felicidades señores taxistas»
En aquel momento lograron lo que no había conseguido la enfermedad, «hacerme llorar».
Estoy segura que esta situación cambiaría si tuvieran un familiar en mis condiciones.
Les aseguro que la mayoría somos emocionalmente fuertes, pero también los hay más débiles y situaciones como esta, les lleva a pensar que no merece la pena vivir si no pueden integrarse en su entorno.
Entonces palabras como solidaridad, humanidad, servicio, derechos, etc., quedan vacías de contenido.

María Victoria Ruiz- Melgarejo Fernández
EL PALMAR (MURCIA)

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