Tagore

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. (Tagore)

martes, 18 de octubre de 2011

A Daniel


  A Daniel
Hola Daniel, ya ves, aquí estoy cumpliendo mi promesa de dedicarte algo que fuera mío.
En otro tiempo hubiera dudado mucho al elegir un regalo que llevara en su esencia algo valioso para la persona de la que tanto he recibido.
 Hoy sin embargo no he dudado ni un momento, por eso te ofrezco lo mejor y lo peor también, por qué no decirlo, que tengo y es decirte que formas parte de mí, y por eso quiero compartir contigo mi hoy, mi madurez, mi felicidad y mi paz.
 Hace pocos días leyendo un texto, que para mi pesar no recuerdo el nombre de su autor, descubrí por fin una ilusión que he perseguido desde que me reconozco pensante, y que mi vanidad y mi razón se sentían heridas por no saber explicar eso que tan intensamente he vivido y sigo viviendo: El Amor.
 Han sido ríos de tinta, versos, canciones, estudios y definiciones las que se han empleado para definir un sentimiento, una emoción y muchas cosas más pero que para mí eran incompletas.
 Cada una de ellas describía una parte de él pero ninguna tenía en su esencia el todo.
Sin embargo me repetía, “tiene que haber una palabra para describirlo. Precisamente nuestro idioma tiene tal riqueza que podemos encontrar en él una para cada cosa, pero aunque hasta ahora he sido incapaz de encontrarla no cejaré en mi empeño hasta conseguirlo el resto de mi vida”.
No es de extrañar por tanto, la alegría que sentí cuando leí, “El Amor es una filosofía de vida”
La leía una y otra vez haciendo de abogado del diablo para descubrir su fallo pero no lo encontré. Te aseguro Daniel que el corazón me latía a tal velocidad que podía oírlo.
 Por fin lo había encontrado y lo hice mío. Es como si hubiera descubierto el elixir de la eterna juventud, porque quien ama no envejece nunca.
Daniel, imagina que te envío un regalo. Es un paquete pequeño, envuelto en rica seda llena de color, atado por una exquisita cinta de la que penden multitud de piedras preciosas que al anudarla en un lazo forman una cascada de luz y tintineante sonido.
Ábrelo con cuidado. ¿Qué ves?. ¿Cómo puede ser que un envoltorio tan rico esconda algo tan sencillo como esta cajita de madera? De pronto te das cuenta de algo sorprendente: desde que has dejado al descubierto la cajita de mi tesoro, el espacio se ha impregnado del perfume más exquisito que hayas olido nunca.
 Este aroma hace que tu mano se haya vuelto temblorosa al intentar abrir la cajita.
No tengas miedo, ábrela. ¿Me ves? Soy yo, perfumada por el amor para ti, para compartir contigo esa “filosofía de vida”.
Recuerda que aunque “no es solo risa el amor, también dolor” añadías “pero el dolor con amor ya no es dolor”
Te quiero
             Toya