Hace mucho tiempo que no me reencuentro con mi bitácora, pero hoy no podía dejar de poner por escrito este dolor que me envuelve porque ayer dije adiós a mi gran amiga Reme.
Mucho se ha escrito sobre la amistad. Yo no se definirla, tan sólo sentirla y vivirla.
Reme, mi Fe me dice que me estás viendo y que por La Comunión de los Santos, ya hemos empezado a compartir la gloria del Altísimo.
Quiero dejar de llorar y recordarte como tu eras, vital, alegre y mi amiga incondicional aunque a veces discrepáramos en algunos temas.
Querida Reme, nunca te dije lo orgullosa que me hiciste sentir por tu fortaleza y valentía frente a la enfermedad. Mi admiración creció cuando a pesar de tener tu cara deformada por la cortisona, no dejaste que los complejos (ahora me parecen ridículos) te impidiesen dejar de ser como eras " coqueta, presumida y muy femenina" sin dejar por ello de salir sin importarte que te viéramos.
Por eso quiero decirte BRAVO Reme, has sido un ejemplo para mí y por todo eso te quiero y me siento afortunada por haberte conocido.
Como no encuentro palabras que puedan explicar todo lo que siento, voy a recurrir a mi particular forma de decírtelo con unas sevillanas.
No te digo adiós, sino hasta cuando llegue mi hora en la que podamos encontrarnos y abrazarnos sin lágrimas ni dolor. No morirás nunca porque siempre estarás en mi pensamiento.
Reme, te quiero. No me olvides.